Félix Cortés Camarillo ingresó al elegante “Passy” en calle Anversa, a unos pasos del Paseo de la Reforma. No era la primera vez que visitaba el famoso restaurante ubicado en una casona muy cerca de la embajada de Estados Unidos y del moderno María Isabel, hotel propiedad del boliviano Antenor Patiño, apodado “Rey del Estaño” en el ambiente internacional.
“Passy”, elegante, discreta. Comedores en ambientes y espacios muy adecuados y un comedor general en un patio muy amplio que favorecía las reuniones y tertulias de los personajes famosos y reconocidos que lo frecuentaban.
“En este comedor tiene su mesa desde hace mucho tiempo don Álvaro González Mariscal. Es un hombre de comunicación. Fue periodista fundador -con José Pagés Llergo y su grupo- del semanario “¡Siempre!”: Año Pagés publica al cabo de años la carta y fotografías de quienes le acompañaron en aquel quehacer periodístico de mediados de los años cincuenta.
“González Mariscal -se dijo- aceptó colaborar con don Gilberto Flores Muñoz, secretario de Agricultura y Ganadería en el gabinete del presidente Adolfo Ruiz Cortines. “Don Gil”, como lo llamaban sus vecinos -y don Álvaro era uno- había tenido en su historia política había gobernado Nayarit y no faltaron quienes vieron un futuro político más brillante.
“Don Gil aspira a la Presidencia de la República. Dice que el ‘Jefe’, Don Adolfo, le hizo entender que tiene mérito. Incluso le recomendó que tuviera su escritorio muy limpio. No deje las cosas sin terminar. He aquí por qué. ..
“No fue el sucesor de don Adolfo -lo sabemos- quien denunció a su secretario de Trabajo y homónimo López Mateos. Absolutamente no. Lo malo, o lo grave, según se quiera verlo, es que don Adolfo alentó esperanzas. -o imaginación- de Gilberto Flores Muñoz quien se dispuso a escuchar las “Grandes Palabras” y recibió una explicación que lo obligó a maldecir terriblemente.
“Después del ‘descubrimiento’ de López Mateos, Flores Muñoz visitó al presidente Ruiz Cortines quien, con fingida renuncia, le dijo:
“De ninguna manera, gallina”. Nos golpearon…
Para Flores Muñoz y sus seguidores se convirtió en “un anciano más”.
“Nos golpearon. ¿A quién engañas? ¡Viejo zorro!
Don Álvaro González Mariscal, cuya familia duranguense explotaba las minas de la zona, recibió una invitación de su amigo Humberto Romero Pérez para unirse al equipo de comunicaciones del presidente Adolfo López Mateos.
“Humberto Romero Pérez “el Chino”, ex conductor de televisión originario de La Piedad, Michoacán, dejó el negocio porcino y vino a México a estudiar. Aquí conoció a López Mateos…
Años -un sexenio- con López Mateos. Don Álvaro González Mariscal útil para entrevistar al Presidente con los magnates de la televisión, la radio y la prensa. Cultura y actitud que le ayudaron a cultivar la amistad de Pierre Salinger, el imponente jefe de prensa del presidente John F. Kennedy. Ambos profesionales ultimaron la agenda de la visita del joven bostiniano a México a mediados de 1962.
El conocimiento de otros idiomas y las buenas maneras facilitaron los viajes -su comunicación- de López Mateos por el mundo. Presidente viajero. “López Paseos”, lo apodaron sus críticos.
Mientras González Mariscal cumplía sus funciones de comunicación, su jefe, Humberto Romero Pérez, vivía para servir al presidente López Mateos. El cariño por su jefe y el desprecio por su amigo, el ministro del Interior, Gustavo Díaz Ordaz, le sugirieron llamar a Tribilín, el ex y muy cercano confidente de López Mateos.
Romero Pérez se desmayó y compartió el apodo con sus amigos, los periodistas de la “Fuente Presidencial”. “Tribilin viene mañana, muchachos”, anunció en medio de risas fuertes y francas, fuertes alusiones a los rasgos toscos del Sr. Díaz Ordaz. Los amigos estaban celebrando.
Hasta que una mañana, al llegar a Palacio Nacional y enterarse del apodo que le había puesto Humberto Romero Pérez, don Gustavo detuvo su marcha hacia la Presidencia y se encontró frente al jefe de prensa:
“Ustedes saben que soy el Ministro del Interior y mi nombre es Gustavo Díaz Ordaz.
El mundo se le vino encima a Humberto Romero Pérez. ¡Sorbo! Para tragar la grasa. Adiós a tus aspiraciones políticas. Deseaba convertirse en representante federal. Representa a Michoacán. Y luego, después, al mejor gobernador de la tierra de José Rubén Romero, del general Lázaro Cárdenas. Ahora bien, con la “dificultad” de Díaz Irdaz, si hubiera conseguido “el Grande” -si hubiera llegado a La Silla- habría estado perdido. Y no había forma de “darse por vencido” y poner excusas.
“No te preocupes, Álvaro. Aquí tienes tu mesa de siempre. Y puedes comer, beber e invitar a tus amigos todo lo que quieras. Un día me pagarás. No te preocupes. Eres un gran amigo”. y te debo muchos favores. Aquí reinas…
Así resolvió el restaurantero oaxaqueño Miguel Ángel Ortega. El dueño de “Passy”.
“Pasa, Félix”, invitó Miguel Ángel Ortega. ¿Vienes solo, te quedas a comer?
“Vengo a pedirte ayuda, Miguel Ángel. Tu amigo Jacobo Zabludovsky te pide que nos cedas tu restaurante para organizar una comida para Gabriel García Márquez.
“La casa está a tus órdenes, Félix. Díselo a Jacobo con mucho gusto. Desde enchilada de res de Tepatitlán hasta mousse de mango. Lo que quieras. ¿En el patio? ¿En el jardín?”
CONTINÚA. CONTINÚA