Carlos ha estado intentando reducir su consumo de cocaína desde octubre, por miedo y precaución. Suele tomarlo los fines de semana en la Ciudad de México con sus amigos, pero empezaron a notar que los efectos eran diferentes: más intensos, más cortos, más adictivos. Allí se desató el pánico. “Tal vez traigas la fenta”, escribió Carlos en una charla con colegas a finales del año pasado. Apenas unas semanas después de publicar un estudio que advertía que la mitad de las drogas analizadas en un festival cerca de la capital estaban mezcladas con fentanilo, decidieron dejar de tomarlo con tanta regularidad. “Puedo decirles que un periquito que ha sido afectado ya lleva unos ocho meses entre nosotros”, dice. Forma parte del grupo de consumidores que participaron en un análisis comunitario gratuito de sustancias realizado por la asociación DiVU. Nerviosos, un poco preocupados y con bolsas de plástico que contienen polvos blancos o pastillas, todos están aquí por lo mismo: los rumores de que las drogas en el mercado de la capital contienen fentanilo.
El nombre de Carlos no es realmente Carlos. Ninguno de los participantes en este encuentro quiere ser identificado debido al estigma que aún rodea al consumo de drogas recreativas. Sin embargo, en este entorno pueden hablar abiertamente sobre sus hábitos, sus minoristas, incluso las características de los viajes son probadas por dos científicos especializados en química que analizan las sustancias bajo el microscopio y en tubos de ensayo para ver si contienen algún tipo de adulterante. En apenas dos horas ya han surgido varias dosis de ácido mezclado con anfetaminas, MDMA a la que se añadieron sustancias desconocidas para aumentar su volumen y, sobre todo, varias muestras de coca adulterada con levamisol, un peligroso vermífugo de uso veterinario. Pero no hay rastro del temido fentanilo.
Este opioide potente y barato, 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más eficaz que la morfina, ha dado el salto del analgésico de los quirófanos a la calle y está provocando una crisis de salud pública en su vecino del norte, donde ya ha dejado más de 70.000 personas. muertes por sobredosis. Sin embargo, y a pesar de que los republicanos estadounidenses culpan a México de ser laboratorio y distribuidor de este fármaco, las autoridades sanitarias mexicanas aseguran que el fentanilo no ha llegado al mercado nacional. “Afortunadamente en México aún no es un problema grave de salud pública y no queremos que lo sea, por eso estamos tomando medidas”, dijo en septiembre pasado el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell Ramírez. Es cierto que no existe un registro con datos oficiales de consumo, pero en las ciudades fronterizas ya es un problema.
El fentanilo está peligrosamente cerca, el riesgo está ahí. Si asumimos que no existe y no tenemos el antídoto, la gente morirá.
Una investigación analizó 51 muestras de drogas de 40 usuarios en 2022 en un festival de música electrónica cerca de la Ciudad de México. Aunque se esperaba que ninguno de los voluntarios analizados diera positivo en fentanilo, apareció en 14 de 22 muestras analizadas de MDMA y en dos de cuatro dosis de cocaína. Silvia Cruz, coautora del estudio y una de las primeras investigadoras en hacer trabajo de campo sobre el fentanilo en México, insiste en que es mejor alertar a la ciudadanía. “Podría haber falsos positivos. Hicimos todo lo posible para reducirlos, y aun así encontramos dos positivos de cocaína sin análisis confirmatorios. El lugar donde más ocurre es en la metanfetamina”, dice en entrevista telefónica. El experto advierte que en el norte de México el 80% de las muestras de heroína analizadas contenían fentanilo, por lo que la posibilidad de que esta sustancia esté circulando en el centro del país es “muy “El fentanilo está peligrosamente cerca, el riesgo está ahí. Si asumimos que no existe y no tenemos el antídoto, la gente morirá”, dice.
Por su parte, Rubén Diazconti, antropólogo y jefe del programa de reducción de daños de la Clínica Condesa, llama a la calma. “Creemos que los resultados del estudio del festival son falsos positivos, tal vez se utilizaron tiras reactivas”. Esta prueba, que se puede comprar online, puede dar resultados cuestionables si el fármaco tiene una combinación precisa de componentes o tiene una pureza muy alta. “Las personas que consumen heroína en la ciudad son las más expuestas y no han dado ningún aviso”, afirma. Añade que si los hallazgos de que el fentanilo estaba presente en más de la mitad de las muestras fueran ciertos, habría habido un aumento alarmante de sobredosis, especialmente si los usuarios no sabían que estaban tomando fentanilo. Le preocupan otros adulterantes de los narcóticos, como el levamisol, que provoca necrosis en las fosas nasales. La Secretaría de Salud de la Ciudad de México y el Instituto para la Prevención y las Adicciones fueron contactados en varias ocasiones por este diario para confirmar o desmentir la presencia de opiáceos en las calles y otros adulterantes, pero en todas ocasiones no se obtuvo respuesta.
La falta de un antídoto
Si bien los académicos todavía están buscando puntos en común en su percepción de la crisis del fentanilo en México, la histeria ya está presente entre los consumidores. A principios de febrero, la muerte sospechosa de un conocido DJ de la ciudad desató una ola de mensajes de alarma en las redes sociales. En ellos, escritos principalmente en inglés porque estaban destinados a los extranjeros que visitaban la capital durante la semana del arte, advertían que se compraran sustancias sólo de fuentes conocidas, que se intentara evitar la cocaína y que se llevara consigo naloxona. Este medicamento sirve como antídoto para la sobredosis de opioides y está disponible para la venta gratuita en Estados Unidos, pero es muy difícil de encontrar en México porque está catalogado como una droga con efectos psicotrópicos.
Uno de los participantes de la prueba de la comunidad DiVU reconoce que cuando vio esos mensajes en Instagram y Twitter prefirió ser cauto y llevarse su MDMA para analizarlos. “Los narcotraficantes dicen en sus pancartas que no venderán fentanilo en México, pero también dicen que no matarán y ya sabemos lo que pasa”, dice preocupado. A finales del año pasado, pancartas con estas promesas firmadas por varios cárteles criminales fueron exhibidas en varias ciudades a lo largo de la frontera. En este encuentro también compartimos el consejo de pedir a los conocidos que viajan al norte cercano que les traigan naloxona a su regreso y que la tengan a la mano cuando la consuman.
Astron Martínez, activista social y comunicador científico que trabaja en DiVU, destaca la falta de estudios que determinen la presencia de fentanilo en México. La asociación civil donde trabaja realiza pruebas voluntarias, pero aún no llegan a las 100 muestras. Se estima que se encontró fentanilo en uno de cada 25 de ellos. “Tenemos una subestimación de los datos. Por la narrativa política, no hay una contabilidad real de los datos, no tenemos autopsias, ni registros de drogas”, reitera. El Instituto Ria, otro de los organismos de referencia en políticas públicas de drogas, también está realizando análisis periódicos de las sustancias, incluso con un ritmo de muestreo bajo por ahora, y no ha encontrado fentanilo. “Necesitamos más servicios de datos y análisis con mayor alcance y protección para el usuario. De lo contrario corremos el riesgo de centrarnos demasiado en la supuesta advertencia sobre el fentanilo y prestar menos atención a otras sustancias probadas y de alto riesgo, como la metanfetamina”, añade Zara Snapp, directora de la organización.
Los expertos consultados para este informe coinciden en la falta de voluntad de las autoridades para documentar casos de consumo y sobredosis de drogas. Sin embargo, Martínez reconoce que gracias a las redes sociales hay más demanda de pruebas. Él y su equipo ven esto en la escasez de pruebas analíticas, lo que también aumenta el precio de los reactivos utilizados en el laboratorio.
Cuidado con los festivales
El comienzo del año en el centro de México no estuvo marcado sólo por la histeria del fentanilo. Incluso para los festivales de música, donde desde hace cinco años se instalan carpas con pequeños laboratorios para realizar pruebas de drogas gratuitas. En estos espacios, los organizadores notaron que los participantes perdían el pudor de acercarse y sacar sus sustancias. Monseñor Castera, promotor cultural del festival Ceremonia, explica que en otras ocasiones no buscaron fentanilo durante el evento. “En los resultados que nos dieron otros años había raticida en los contenedores”, indica e insiste en que las manifestaciones no incentivan el consumo, pero tienen allí una mesa para promover la seguridad. Este año incluirán los opioides en sus análisis de investigación. “Si no quieres que te pase algo, lo mejor es no consumir, pero el consumo recreativo de drogas debe ser un derecho de entretenimiento. Dado que la prohibición y la negatividad se convierten en un tema tabú y ese es el problema, no dejaremos de hacerlo”, afirma. Castera cuenta que durante una fiesta privada durante la semana del arte que organizó, le realizaron algunos análisis y de las 22 muestras estudiadas, una dio positivo a fentanilo y otra resultó un falso positivo. “La clave para prevenir accidentes es la comunicación. Hablar de drogas sin tabúes y sin miedo”, añade.
La directora de un festival de música electrónica, que prefiere no revelar ni su nombre ni el nombre del evento, indica que de las casi 10.000 personas que participaron en la última edición, 370 trajeron sustancias para ser analizadas y ninguna dio positivo por fentanilo. “Hubo sustancias que no se detectaron, porque no estaban dentro de los parámetros de las que sabemos que existen. También vemos muchas drogas mezcladas con otras cosas, algunas con efectos opuestos”, advierte. Estas son las políticas de prevención que alientan especialistas como Silvia Cruz al ver cómo la crisis del fentanilo causa estragos en el norte. “No buscamos acoso al consumidor, buscamos servicios de emergencia. Será mejor que nos preparemos, ¿verdad? En el norte del país la epidemia está destinada a permanecer, pero la probabilidad de que se expanda es muy alta. La gente se mueve y hay mucho turismo gringo. Espero que nos equivoquemos”, afirma.
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