En la árida tierra política de Baja California, el partido Morena está lidiando con un feroz conflicto interno, marcado por ambiciones excesivas, traiciones insospechadas y estrategias maquiavélicas que amenazan con desgarrar el tejido mismo de la democracia. El epicentro de esta tormenta política lo encontramos en las figuras del gobernador Marina del Pilar Ávila Olmeda y su marido, el expansionista Carlos Alberto Torres Torrescuyos movimientos estratégicos desencadenaron una serie de reacciones y resistencias dentro de las filas de Moraine.
El semillero político mostrado por Ávila Olmeda Y TorreTorres en la región ha adquirido matices de confrontación directa, especialmente al tratar de monopolizar las candidaturas electorales populares para sus leales. En ese contexto, se revela la insólita alianza entre el gobernador de Morena y el expanista, quien ostenta la curiosa distinción de ser ahijado del expresidente. Filippo Calderón. Este matrimonio político no sólo alarmó a los militantes de Morena, sino que también provocó el caos al formar alianzas con desertores del PAN, como Gerardo Álvarez y el ex alcalde jorge ramos.
La maquinaria política impulsada por Ávila Olmeda Y TorreTorres Busca no sólo consolidar el poder, sino también bloquear el legítimo derecho de los alcaldes de Mexicali y Tijuana a buscar la reelección. Un claro ejemplo de esta estrategia es el apoyo del gobernador al exboxeador. eric El terrible morales para el alcalde de Tijuana. Sin embargo, el actual alcalde pelo de montserratapoyado en la legitimidad de su derecho a la reelección, demostró su fuerza lanzando una sensacional cruzada en las encuestas, dejando a Morales colgado de las cuerdas políticas, como cuando enfrentó Marco Antonio Barrera.
Pero la preocupación de los morenistas no se limita al terreno electoral. La sombra del pasado emerge con la propuesta de El terrible reinstalar Giuliano Leyzaola en la Secretaría de Seguridad de Tijuana. Un personaje con un fondo oscuro, Leyzaola Está acusado de abusos contra los derechos humanos durante su mandato en 2010, lo que arroja una sombra siniestra sobre las decisiones de quienes apoyan su regreso al poder.
Incluso los militantes de Morena en Baja California ven con disgusto la forma en que Carlos Torres Torres poblaron la administración estatal con exponentes del PAN, ocupando cargos que podrían haber sido destinados a verdaderos seguidores desempleados del partido Guinda. Esta práctica ha inflamado los ánimos y dejado mal sabor entre los miembros de Morena, quienes observan con escepticismo la autenticidad de las intenciones de quienes deberían representar los ideales del partido.
En este escenario de intrigas y maniobras, Morena Baja California se encuentra en una encrucijada crucial. ¿Prevalecerá la cohesión interna del partido sobre las ambiciones individuales y las alianzas poco probables? La respuesta, aún en su infancia, pinta el retrato de un partido dividido entre la lealtad a sus principios y las tentaciones del poder. En este contexto político, los golpes no son sólo metafóricos, sino que amenazan con dejar cicatrices imborrables en el futuro de Morena en la región.