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La gira de despedida de López Obrador: un guiño al legado y un mensaje al futuro

La gira de despedida de López Obrador: un guiño al legado y un mensaje al futuro

Andrés Manuel López Obrador, el presidente de Las mañaneras, el líder que dicta el ritmo y el tono de la política nacional, la figura más odiada y aclamada de su tiempo, ha revelado que está dispuesto a abandonar la vida pública. Lo anunció el lunes, sin previo aviso y en rueda de prensa. “Estaré por todo Estados Unidos antes de entregar la banda presidencial”, dijo el presidente, quien iniciará sus visitas a partir del próximo 3 de junio, apenas un día después de que México acudiera a las urnas para votar sobre la continuidad de su herencia y elige quién tomará el relevo de mando.

La gira de despedida comenzará donde empezó todo. Fiel al simbolismo, López Obrador quiere terminar su mandato donde se ha vuelto más fuerte y cómodo a lo largo de su carrera política: con eventos multitudinarios, giras en vivo y el apoyo de sus seguidores. Obsesionado con la idea de asegurar su lugar en la historia, dedicará cinco meses a resaltar lo que ha hecho, más allá del esfuerzo de Morena, su partido, y Claudia Sheinbaum, la candidata que ha elegido. Convencido de que ningún presidente en ejercicio ha disfrutado de su popularidad, hará lo que ninguno de sus predecesores hizo. Con la promesa de retirarse cuando todo acabe, ha decidido exprimir cada segundo que le queda de mandato, entre la nostalgia y la tristeza de unos, y el cansancio y alivio de otros. “Estamos hablando de la figura más destacada de la política mexicana desde la transición”, afirma Humberto Beck, académico del Colegio de México. «Pero también de una excepcionalidad ambivalente», añade el analista.

“No participaré en ninguna actividad política, no participaré en ningún foro o conferencia, no tendré redes sociales”, aseguró López Obrador en su mensaje a los medios. Hablar de adiós implica inevitablemente pensar en cómo será la política mexicana sin él. “Es difícil imaginar a Morena sin López Obrador”, reconoce Beck. Casi tanto como la gira de despedida es la advertencia de que desaparecerá de la escena política, una promesa hecha una y otra vez por el presidente pero cuestionada tanto por detractores como por partidarios. “Aunque lo presente como una despedida, el efecto político es el contrario: es una forma de consolidar su presencia”, explica el investigador. “El solo hecho de que siga vivo y siga viviendo en México lo convierte en un factor determinante de poder”, añade.

“Es una gira de despedida que no es un adiós, le parece difícil decir adiós realmente a la política”, admite Viri Ríos, columnista de EL PAÍS. Desde que el presidente inauguró la carrera sucesoria en junio del año pasado, Morena ha emprendido un esfuerzo paralelo, que ha recibido menos atención, para consolidarse como partido-movimiento y anteponer la unidad, frente a una militancia heterogénea que ha aceptado abrir la puerta para que actores de todas las fuerzas políticas se establezcan como una máquina electoral.

Los conflictos, las diferencias y el juego de ambiciones llegan al encuentro de la autoridad de López Obrador. El presidente sigue siendo la figura más importante su correspondencia e su movimiento: es el ideólogo, el estratega y el líder indiscutible. “Es el corazón del partido y no creo que haya una nueva dirección que controle el partido en su conjunto, esto ya se acabó”, dice Ríos. “Veo una Morena con muchos conflictos internos, pero también que la verdadera política se hará dentro de la propia Morena”, anticipa el economista.

“Aunque AMLO quiera irse, Morena lo traerá de regreso”, dice Carlos Bravo Regidor, asumiendo que los conflictos internos podrían empeorar. El analista afirma que López Obrador “es y será un político de por vida” y que “los políticos no se jubilan”. Bravo Regidor señala que la gira de despedida se dará en un momento en que tradicionalmente el presidente saliente cede protagonismo a quien lo suceda en el poder y sugiere que es posible una lucha de liderazgo entre el presidente y Sheinbaum, líder en las encuestas. “El presidente acude a su pueblo para la aclamación final; Sin embargo, es una señal de que AMLO seguirá compitiendo con Claudia hasta el último día de su presidencia”, comenta.

En los últimos meses, la serie de reformas constitucionales presentadas por el presidente el pasado mes de febrero, los comentarios sobre la participación de Sheinbaum en el debate o incluso su elección de candidatura como jefe de Gobierno han sido vistos como demostraciones del poder de López frente a su posible sucesor. Bravo Regidor suma la gira de despedida como un mensaje más para el favorito presidencial. “Sheinbaum está atrapada en la camisa de fuerza de la continuidad, pero gran parte del legado de AMLO se definirá en el próximo sexenio”, comenta. Beck está de acuerdo en que momento de la despedida es fundamental para comprender su intencionalidad política. “Esto es un recorte de dinero en la Cuarta Transformación, pero también es un ejercicio de poder para marcar la pauta de la siguiente fase”, afirma el académico.

“Es un presidente muy odiado por una parte de la población, pero para la mayoría es un político muy apreciado”, comenta María Eugenia Valdés, académica de la Universidad Autónoma Metropolitana. El propio presidente dedicó gran parte del último tramo de su gobierno a hablar de su legado y destacó como su principal logro la reducción de la pobreza, un hito reconocido por todos los especialistas consultados. Casi nueve millones de mexicanos dejaron de ser pobres durante su mandato y desde el punto de vista oficial es lógico que el homenaje se celebre en brazos del pueblo. Valdés también destaca la apreciación del peso y el aumento progresivo del salario mínimo como logros que no se logran desde hace décadas y que lo diferencian de quienes lo precedieron. López Obrador tiene un índice de aprobación de alrededor del 60%. “Es un presidente que dio vida a su propio movimiento, que dejó huella”, añade.

“A diferencia de otros políticos, López Obrador propuso claramente un modelo de cambio para el país, partiendo del supuesto de que las élites imponían gobiernos corruptos para proteger sus intereses y que todo eso terminaría con él”, dice Ríos sobre la popularidad del presidente. “Expresó los agravios de las clases bajas, pero hay un camino de la vocalización a la solución”, aclara el especialista. “Devolvió la fe a grandes sectores de la población que estaban desencantados o que identificaban la política con corrupción y abuso, pero siguió siendo simbólico”, dice Beck, quien en realidad ve un legado político más negativo. “La historia que nos contamos todos los días sobre la política mexicana ha cambiado, pero es una narrativa dedicada a mantener vivo el fuego del resentimiento y el antagonismo, como si estuviéramos haciendo campaña todo el tiempo”, agrega Bravo Regidor.

Con todo, López Obrador se ha consolidado como la fuerza dominante en el país. Es el político que divide opiniones, pero del que todos hablan y el enigma que sus rivales no logran descifrar. No hay candidatura presidencial que no lo tome como punto de referencia: un proyecto ofrece “continuidad al cambio”, su principal rival propone una ruptura total y otra opción destaca, pero garantiza progreso. También es el hombre fuerte que rompe todas las reglas establecidas, el que somete al árbitro electoral y el que es acusado de injerencia constante en la competición. Al mismo tiempo, es el presidente más popular de las últimas décadas, el que parece fortalecido por cada ataque, el que se permite derribar a los críticos. Al fin y al cabo, a pesar de todo, es un estratega minucioso obligado a pensar en pasar página, planificar el capítulo final, enviar un último mensaje antes de entregar el cinturón presidencial. El plazo de seis años vence el 1 de octubre.

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By México Actualidad

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