El pleito entre Andrés Manuel López Obrador y Xóchitl Gálvez ha acaparado la cobertura política en las últimas semanas. Los monólogos en el mañanaLos golpes bajos y el cruce de acusaciones y reproches entre el principal candidato opositor y el presidente han dominado las tertulias, los análisis y los titulares, y han relegado a un segundo plano la carrera por la sucesión presidencial en Morena y el Frente Amplio por México. Pese a las advertencias y prohibiciones de las autoridades electorales, el Ejecutivo está convencido de que, por un lado, la lucha es un buen catalizador para evitar la tapas ―como se llama coloquialmente a los aspirantes a la silla presidencial― chocan entre sí. Y por otro, que el frenesí mediático por una posible candidatura de Gálvez aún no se ha traducido en un cambio de fondo en las últimas encuestas. Casi nada ha cambiado desde que el Ejecutivo pasó a la ofensiva contra el senador panista: el oficialismo sigue barriendo a sus rivales y el orden de carrera de los que buscan la candidatura presidencial sigue igual. Marcelo Ebrard se ha dado cuenta de que necesita otro pique para recuperar protagonismo y desafió este miércoles a debatir a su rival. “Cuando ella quiera”, dijo el exsecretario de Relaciones Exteriores.
Consciente de que una campaña estática beneficia a Claudia Sheinbaum, la líder, según la mayoría de las encuestas presenciales, Ebrard también insistió en la necesidad de un debate entre los tapas, como subrayó desde el inicio del concurso. El exfuncionario apostó la semana pasada a la presentación de su estrategia de seguridad, el plan Ángel, por volver a ser el centro de atención y no rehuyó la lluvia de críticas y burlas tras presentar la propuesta. Al contrario, quiso aprovechar la atención para volver a poner el dedo en la raya y retar a Sheinbaum a debatir, luego de que su compañera de partido asegurara que “la tecnología es solo un instrumento, no la solución” en la lucha contra el crimen. “Es mejor que presente lo que piensa”, replicó el excanciller.
“No te puedes negar a debatir”, dijo Ebrard luego de que los periodistas le preguntaran si estaba dispuesto a debatir con Gálvez. El excanciller quería matar dos pájaros de un tiro: lanzarse al pleito con el senador y demostrar la negativa del exjefe de Gobierno. ¿Claudia tiene miedo? le dijo uno de los periodistas. “No sé, creo que deberíamos preguntarle, pero creo que tiene que estar preparada para debatir y deliberar”, respondió. “Ella no podrá evitar contrastar puntos de vista, ideas, tanto dentro de Morena, como en su caso con Xóchitl si gana”, agregó.
Morena y López Obrador han dado luz verde a prácticamente todos los requisitos que hizo Ebrard para competir por la candidatura del partido, salvo la realización de debates y detalles técnicos sobre la encuesta a finales de agosto y principios de septiembre para definir al abanderado. El primero está, de momento, descartado y el segundo está sobre la mesa de negociación. La estrategia del exsecretario ha sido afirmar que los debates son “inevitables”, “parte de la vida democrática” y que “no hay que temer” al contraste de ideas. “Tienes que estar dispuesto a defender tus propias ideas donde quieras, cuando quieras y con quien quieras”, añadió. Pero no hay coincidencia de intereses entre la líder y su perseguidor más cercano. “El debate no es entre nosotros, el debate es con la oposición”, dijo Sheinbaum la semana pasada, justificando su posición bajo la consigna de López Obrador de preservar la unidad.
Gálvez, que también busca escalar las preferencias, no ha rehuido los enfrentamientos contra sus opositores de Morena, pero ha entendido que el foco del conflicto está en López Obrador por su estrategia mediática y electoral. El senador parece haber interpretado que lo que buscan los votantes de la oposición es alguien que se enfrente al presidente y no necesariamente cuestione la elección del presidente para 2024. Eso vendrá después. Hay, por tanto, una diferencia notable con Ebrard: si gana la candidatura, Gálvez tiene casi un año para buscar la remontada, mientras que el excanciller afronta una interna mucho más disputada y corta. Lo juega todo por todo en julio y agosto, al menos en lo que a la candidatura de Morena se refiere.
Las declaraciones de Ebrard se dieron luego de que el diario el financiero publicó los resultados de un hipotético enfrentamiento entre Gálvez y tres tapas de Morena: Sheinbaum, Ebrard y Adán Augusto López, exsecretario de Gobernación. En el enfrentamiento directo con el candidato opositor, donde solo se consideran dos nombres en la papeleta, Ebrard lidera por 11 puntos. Más que Sheinbaum, que logró 10. Mientras que López, solo un punto.
Aunque la diferencia está dentro del margen de error, los resultados alimentan otra hipótesis sobre la sucesión: que el partido de López Obrador puede necesitar el arrastre que tiene el excanciller entre los sectores moderados para derrotar contundentemente a la oposición. Otra lectura, más en la línea de los seguidores del exjefe de Gobierno, es que el oficialismo no tiene por qué temer un choque de mujeres por la presidencia y que, pese a todo el ruido, Sheinbaum es la mejor posicionada en la línea de salida. Esa encuesta, por cierto, ya le da a Gálvez una clara ventaja sobre otros candidatos de la oposición. Está un 6% por encima del diputado Santiago Creel, quien también ha crecido en los últimos días, aunque menos.
“Las encuestas hay que tomarlas con reserva”, dijo Ebrard, consciente también de que darles demasiada importancia es validar implícitamente que está en segundo lugar y que lo mejor para él es pintar un escenario en el que todo está abierto y todo puede pasar. El excanciller parece tener claro que tiene que seguir a la ofensiva y que si nada cambia, puede volver a quedar a las puertas de la candidatura presidencial, como sucedió en las elecciones de 2012. “Yo creo que Claudia no necesita ayudantes”, dijo sobre las críticas de la gobernadora de Campeche y aliada de Sheinbaum, Layda Sansores, a su plan de seguridad. “Me imagino que Claudia tendrá que dar su punto de vista”. El excanciller acelera el paso para retomar el liderazgo en esta nueva etapa de su carrera.
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