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Savater, expulsado de El País el 25/01/2024

Savater, expulsado de El País el 25/01/2024

Con un afectuoso abrazo a Federico y los demás familiares de Chuy Reyes Heroles.

Conocí a Fernando Savater gracias a la recomendación de mi hija pequeña, Betsabé, que tenía la tarea de leer en el Colegio de Madrid. Ética para Amador. El libro me sedujo. Desde su lectura he leído toda la obra publicada del filósofo español: ensayo, cuento, drama, crónica, autobiografía y, sobre todo, sus imprescindibles columnas de opinión.

Durante su visita a la Ciudad de México en 1994, llamé al hotel donde se hospedaba para decirle que me gustaría hablar con él. Sin conocerme, aceptó generosamente la reunión que, según me dijo, duraría 15 minutos, pero la charla nos cautivó durante una hora y media. Es imposible olvidar su sonrisa, su calidez, su espíritu, su sentido del humor, su lucidez, la sabia ligereza de sus discursos.

Savater es uno de los grandes pensadores contemporáneos. Sus temas van desde los asuntos públicos hasta los más íntimos. Sus letras son deslumbrantes. Una de sus grandes virtudes es que aborda los temas más complejos o espeluznantes con la claridad y amenidad que sólo logran los escritores más extraordinarios.

No pude elegir un libro favorito entre los muchos que escribió, pero recuerdo con emoción las entradas “Alegría” y “Muerte” de su maravilloso Diccionario filosófico. La alegría como consentimiento vital para vivir, sin ignorar el dolor del mundo; la muerte, como algo inasimilable con lo que no es incompatible vivir, ya que la vida requiere muerte, pero amor, aunque amemos a partir de la conciencia de nuestra mortalidad y la del amado.

Pero lo que más admiro de Savater es su valentía al enfrentarse a los asesinos de ETA en un momento inquietante en el que hacerlo podría equivaler a firmar su propia sentencia de muerte. En esos años en los que muchos intelectuales prefirieron mirar para otro lado en lugar de condenar los crímenes atroces de la banda terrorista para no molestarles, Savater no dejó de alzar la voz contra el terrorismo de ETA, como siguió alzándola contra el partidos que eran el brazo político de ETA. Su comportamiento encaja perfectamente en la definición que él mismo dio hace varios años: “Un héroe es aquel que logra ejemplificar la virtud como fortaleza y excelencia a través de sus acciones”.

Y ahora que el Gobierno de Pedro Sánchez se ha arrodillado ante los separatistas catalanes para mantenerse en el poder, pese a perder las elecciones, Savater ha condenado enérgicamente esta perversa alianza. Su posición es contraria a la línea editorial de Aldeacuyo apoyo incondicional a Sánchez es, cuanto menos, deplorablemente sorprendente.

En su autobiografía mira dondeSavater dice que le aconsejaron varias veces que dejara de colaborar con Aldea, pero él se resistió. Al fin y al cabo, aquel periódico acompañó la transición democrática española y fue un periódico de gran calidad. Pero ahora, cosas reales, Aldea expulsa a Savater de sus páginas por haberse desviado de su línea editorial.

Es un error cometido por el periódico. La columna de Savater era un lujo. Aldea Tuvo que soportar las críticas ejerciendo los valores democráticos de la tolerancia y la controversia. Al despedir al enorme filósofo, cuya presencia enriquecería a todos los medios que la contaban, se adopta una posición soviética: aquí nadie puede expresar opiniones contrarias a la posición oficial del periódico, aunque sea uno de los pensadores contemporáneos más relevantes.

Los sábados por la mañana me servía café, emocionada porque un minuto después lo saborearía mientras leía el artículo de Savater sobre Aldea. Con humor, relevantes referencias literarias, cinematográficas o mitológicas y un estilo literario a la vez sabroso y elegante, la columna de Savater me deleitó y me hizo reflexionar. No se puede pedir más a un texto limitado por la brevedad de 300 palabras.

Sin Savater, Aldea ya no lo será Aldea lo cual me fascinó. Los sábados mi café ya no sabrá tan bien. Es como si a Pelé lo hubieran quitado de la selección brasileña de fútbol en 1970, año en que ganó su tercer Mundial en México. un amigo me dijo Aldea se ha vuelto ideológico. Es como decir que se ha vuelto más tonto. La llamada ideología desplaza a los razonamientos dudosos, escépticos y profundos, contrarios a los dogmas. Aldea ya no lo será Aldea o, mejor aún, ya no llevará ni una pequeña parte de ese gran diario que fue Aldea. Savater seguirá siendo Savater.

By México Actualidad

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