Casi 500 años después de su redacción, el Códice Florentino continúa revelando secretos ocultos y difundiendo el conocimiento de los pueblos indígenas que vivieron durante la caída de Tenochtitlán en el siglo XVI. Hasta la fecha, es considerado el documento más confiable sobre la cultura mexica, el imperio azteca y la llegada de los españoles al actual México. Sin embargo, nuevos descubrimientos podrían ayudar a cambiar la forma de contar la Conquista, gracias a varios textos en náhuatl que no han trascendido por falta de traducción al español. Ahora que han sido desvelados, aportan interesantes matices en la narración de los acontecimientos que han marcado la historia del país y que nos invitan a desandar algunos pasajes.
El equipo, formado por 68 investigadores, científicos y lingüistas, tardó siete años -con una pandemia de por medio- en escanear y digitalizar las cerca de 2.500 páginas del manuscrito y traducirlas al español, inglés y náhuatl. El proyecto, ahora disponible en línea, permite admirar página por página los escritos originales en español y náhuatl y los más de 2.000 dibujos pintados a mano. También brinda la posibilidad de buscar textos, imágenes y palabras clave, lo que lo hace más accesible. El trabajo fue financiado por el Getty Research Institute de Los Ángeles (Estados Unidos), en colaboración con la Biblioteca Medicea Laurenciana de Florencia (Italia). “El códice es el manuscrito más importante del siglo XVI y representa la enciclopedia indígena más grande de esa época”, afirma Kim Richter, líder del proyecto y especialista en estudios mesoamericanos.
El Códice Florentino fue creado en 1577 por el hermano Bernardino de Sahagún, un fraile franciscano español que dedicó gran parte de su vida a documentar a los pueblos indígenas de México. Ancianos, filólogos, escribas y artistas nahuas conocidos como tlacuilos, quien escribió e ilustró los tres volúmenes y los 12 libros en los que se divide la obra. Entre ellos conocemos los nombres de Antonio Valeriano, Alonso Vegerano, Marco Jacobita, Agustín de la Fuente y Pedro de Sanbuenaventura, gramáticos trilingües que supieron escribir en náhuatl, español y latín y que se formaron en el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco. , donde actualmente se encuentra la Ciudad de México. Una vez completado, el manuscrito fue enviado a Europa y acabó en la biblioteca de la familia Medici en Florencia, de ahí el nombre.
Aunque el Códice Florentino ha estado disponible desde 2012 a través de la Biblioteca Digital Mundial, seguía siendo incomprensible para el público en general, ya que se requería conocimiento del náhuatl y del español del siglo XVI. Durante siglos la sociedad ha vivido de espaldas al misterio. El doctor destaca que, si bien se trata de un documento primario bilingüe de carácter único, a lo largo de este tiempo se ha prestado mayor atención a la traducción al español. “Aún falta traducir del náhuatl los libros 1 al 11, un proyecto que comenzó en la UNAM y aún no termina. Berenice Alcántara y Federico Navarrete se encargaron de la traducción del libro 12, aunque mi sueño hubiera sido poder integrar la narración completa al náhuatl”, dice.
A su juicio, el relato de Sahagún se basa en las cartas informativas que Cortés escribió a Carlos V para informarle del avance de sus tropas. Richter, sin embargo, cree que fue necesario crear una narración conjunta de las tres narraciones: en español, en náhuatl y en las ilustraciones, para comprender plenamente lo que esconde el antiguo códice. Como en muchas otras ocasiones, la historia de los vencedores dista mucho de la de los derrotados. “Los textos en náhuatl y en español no dicen cosas completamente diferentes, pero sí muy diferente la forma en que representan esa memoria”, señala.
Explica que en el libro 12, dedicado a la Conquista, el texto español es mucho más concreto y frío y que, por ejemplo, incluye la rendición de Moctezuma de forma dócil. “El texto náhuatl dice que la captura de Moctezuma, Itzcuauhtzin y los demás líderes fue violenta y sugiere que fueron encarcelados y murieron en manos de los españoles”, dice el especialista en estudios mesoamericanos. “El texto náhuatl cuenta más poéticamente el desastre que fue esa invasión y esa guerra y no se trata de los aliados de los españoles, sino de la traición de los tlaxcaltecas”, dice.
En una de las ilustraciones se puede ver cómo los españoles arrojan el cuerpo de Moctezuma al agua, lo que no pasa desapercibido para los investigadores. “Todas las imágenes del libro 12 son en blanco y negro, sin embargo estos artistas reservaron el poco color que tenían para pintar algunas imágenes con las que querían llamar la atención del lector. De esta manera se centraron en ciertos pasajes como la muerte de Moctezuma sin decirlo abiertamente porque estaban bajo dominio español, pero lo que revela la intención de contar ese pasaje de la historia”, explica Richter.
Otro objetivo de esta nueva investigación fue conocer a las personas que hicieron el código más allá de Sahagún. Los textos surgen de conversaciones que el monje mantuvo con los reyes magos y que fueron recopiladas por sus discípulos indígenas, como subraya en la revista Diana Magaloni, directora del programa Arte de las Américas Antiguas del Museo de Arte de Los Ángeles. arqueología mexicana. “Identificamos las manos de los artistas y escribas”, dice Kim Richter. “Sahagún no nos da los nombres de todos los artistas, menciona sólo a tres de los escribas, pero ahora sabemos que fueron nueve y que algunos de los que escribieron también pudieron hacer los dibujos”, añade y subraya que Han identificado a 22 probables artistas responsables de las ilustraciones.
Todos ingresaron como jóvenes monjes al colegio de Santa Cruz de Tlatelolco. “Muchos eran hijos de la élite náhuatl y recibieron una educación humanística, basada en las nuevas corrientes europeas”, explica el experto. Formado en la Universidad de Salamanca, el hermano Bernardino de Sahagún tenía la tarea de formar futuros franciscanos que dominaran el náhuatl y evangelizaran en esa lengua. “A finales del siglo XVI, esa filosofía cambió y dejaron de producirse libros en náhuatl porque las instituciones se dieron cuenta de que no podían controlar la narrativa utilizada”, explica Richter. Como ocurrió con el Código Florentino.
Después de estos años, los especialistas creen probable que los mismos autores del Código Florentino participaron en la creación de otros documentos como Los Anales de Tlatelolco o el código aubin, desde el mismo tiempo. “En el Aubin mencionan y dibujan a Antonio Valeriano, uno de los maestros que trabajó con Sahagún. “Fue uno de los investigadores más ilustrados de la época”, considera Richter. Al igual que las enciclopedias modernas, el códice cubre una amplia variedad de temas y documentos, más allá de la sociedad mexica, la perspectiva de la ciudad de Tlatelolco, desde donde fue escrito.
El acceso al Códice Florentino sigue teniendo impacto en el México actual, así lo afirmó durante una conferencia el académico Eduardo Cruz Cruz, quien participó en el proyecto. “Tener acceso a él y leerlo de primera mano es realmente importante para nuestra autoestima, nos ayuda a comprender que el náhuatl clásico no era menos importante que el español en el siglo XVI”. Una visión diferente de la historia contada hasta ahora y que, como explica Richter, “constituye una deuda impaga hacia los nahuas y su lengua”.
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